MI MAMÁ, MI SUEGRA, MI ESPOSA, LA COMIDA COMO MUESTRA DE AMOR.
Los mejores recuerdos en familia, siempre han sido alrededor de la comida, si lo pienso, yo he tenido mucha suerte en ese sentido, mi mamá era muy buena cocinera, ella trabajó en varios restaurantes, aprendió viendo a otros, en el camino tuvo muy buenos maestros, no solo comida peruana, también comida japonesa, en la casa de los paisanos de Yonabaru (lugar de donde vinieron mis abuelos), especialmente cuando había algún acontecimiento, sea un cumpleaños, un aniversario, un cambio de aros como antiguamente se estilaba, luego el matrimonio, hasta los rituales alrededor del butsudan (altar donde se veneran a los antepasados fallecidos).
En casa el presupuesto no era muy bueno, a mi papá le gustaba comer bien, pero con poco dinero era difícil, mi mamá seguro hacía magia, cocinaba rico con pocos ingredientes, claro que no todo el tiempo era así, cuando se podía todo era mejor, especialmente para festejar algo.
Muchas veces las cosas simples son muy importante, como cuando uno no andaba bien del estómago y mamá nos preparaba un somen tomoshiraga (como el fideo cabello de ángel), solo salteado, sin nada más o si estábamos peor nos preparaba el okayu, que es un arroz cocinado con agua, pero de consistencia como nuestro arroz con leche, también si querías podías agregar un poco de sal y algunas cosas más, pero ya no era para enfermo. El okayu es un plato sencillo y fácil de digerir, es bien reconfortante.
Pero cuando se celebraba algo, sí que era un festín, estaba encabezado por el sekihan, que era un arroz como nos gusta, glutinoso, con frejoles rojos (azuki), aunque nosotros los okinawense le decimos aka mame, que por su color rojo es símbolo de alegría, pero si no había los frejoles, podría ser arroz con colorante rojo. Este es un detalle muy importante, porque también se hacían los mochi (hechos con harina de arroz glutinosa), pero eran de color rojo y blanco; a veces se tenían los huevos duros con colorante del mismo color, todo lo que representaba una festividad, alegría.
En casa mamá preparaba un caldo bien concentrado de pollo o gallina, este era acompañado de soba (fideos que tienen una textura y brillo diferente), encima le ponía su cebollita china (cebolla de verdeo, larga, ciboulette, etc.), tortilla de huevo cortado en tiras, pollo deshilachado o si se podía cha siu (chancho asado estilo chino). Mi mamá hacía tempura de coliflor, de cebollita china con zanahoria y pollo o carne; preparaba un tempura de huevo duro, sacaba la yema y la mezclaba con jamonada, lo volvía a rellenar y luego lo pasaba por la masa de tempura y a freír; también lo hacía de hot dog, le hacía un corte y en él le ponía pimiento y espinaca, luego lo pasaba por la masa de tempura y a la sartén con el aceite. Pero la especialidad de mi mamá era el sata andagui, los que me siguen, dirán que siempre digo lo mismo, estarán cansados de escucharlo, pero la verdad era muy bueno; se puede decir que es un tempura dulce, una dona okinawense.
Tengo un artículo publicado en Discover Nikkei, les dejo el enlace si lo desean leer. Sata andagi, como el de mi mamá…ninguno. http://www.discovernikkei.org/es/journal/2017/6/28/sata-andagi/
Mi suegra sí que era un caso aparte, el cariño que demostraba a las personas, casi siempre era con la comida, si algo te gustaba, ella lo preparaba, esto ya lo he contado antes, me gustaba su harusame, que es un fideo transparente, que nosotros le llamamos fideo nylon, que se le llama Harusame iricha, un saltado a veces con pollo, a veces con chancho, shitake, jolantao, vainita, pimiento. El problema era que cada semana lo preparaba, por eso que un tiempo después ya no lo quería ver, cosa curiosa que al igual que el sata andagui de mi mamá que al venderlo en la bodega, lo veía todos los días y uno ya estaba cansado de él, pero ahora que pasaron muchos años después, el sata andagui y el harusame me traen muchos recuerdos, con ello el cariño de ambas.
Por el cariño que tengo a mi suegra, le escribí un artículo que también me lo publicó Discover Nikkei: «Oba Haruko, lo máximo». http://www.discovernikkei.org/es/journal/2017/7/27/oba-haruko/
En casa de mi suegra se comía muy bien, estaba en la Hacienda San Agustín en Callao, cada persona que venía de visita o estaba de paso, era muy bien recibido, ella apenas llegaba alguien, los recibía en la cocina, ahí preparaba cualquier cosa, tempura de plátano, de goya, de cebollita china con algunas verduras más, camote, de lo que encontraba, en la chacra había varios productos o quizás algún vecino también traía algo de su cosecha, que era lo más común, esto era recíproco, el que tenía cosecha siempre llevaba a los vecinos, es que todos eran como familia, siempre había un motivo para visitar. Pero para el consumo de casa se sembraba: goya (balsamina), naberá, calabaza (la larga), cebollita china, chiribirá, sannin (hoja para hacer el nantú). Ella preparaba el unbusá, un guiso que llevaba nabo, shibui, zanahoria, Kombu (alga), shitake (hongo), pollo o carne de cerdo, col china. Una variación del unbusá, era el ashitubichi, que en lugar del pollo o cerdo, se reemplazaba con patita o manito de cerdo, esto le gustaba tanto a mi suegra como a mi mamá, pero la verdad es que a mí no me gustaba. Pero mi suegra preparaba de todo, nantú (hecho con mochigo, la harina de arroz, camote, azúcar, al vapor con la hoja de sannin), kamaboko (que es un pastel pescado), sata andagui y su variación como palitos, goya champurú, cantón papa (lo que le dicen aquí a una papa de la selva peruana, “pituca”). Ella también secaba al sol nabo o calabaza para hacer irichá; hacía encurtidos de nabo, fukushinzuke (verduras picadas con miel de chancaca, vinagre). Son tantos platos que se me escapan, mi esposa también me demuestra su cariño con la comida, en realidad a toda la familia, más de una persona me ha felicitado porque ella es una muy buena anfitriona cuando recibe familiares y amigos en casa, seguro lo ha heredado de su mamá. En estos días que vamos a celebrar el “día de las madres”, debemos reconocer a todas aquellas mujeres, mamás que siempre tratan de demostrar su cariño a toda la familia con una buena comida, sin importar que se tenga un gran presupuesto, lo importante es el cariño que le ponen pensando en cada uno de nosotros que lo disfrutamos.