SATA ANDAGI, COMO EL DE MI MAMÁ NINGUNO.

Este es un artículo publicado por el sitio web Discover Nikkei el 28 de Junio del 2017. En esta actualización se ha incluido un vídeo.

Sata andagi, podríamos definirlo como bollos de masa dulce frita, donas o rosquillas, forma parte de la comida okinawense y para nosotros representa la transmisión de generación en generación de parte de las costumbres de nuestros abuelos.

Mi recuerdo del Sata andagi viene desde pequeño, en mi casa le decíamos sata tempura, tempura redondo, bolitas, de tantas formas le llamábamos. Siempre estaba presente en cumpleaños, oshogatsu(año nuevo japonés) y toda reunión social; en mi mente veo la imagen de mi mamá friendo los sata andagi, con un poco de masa en la mano derecha y con solo un ohashi en la otra mano, cerraba el puño y dejaba caer en el aceite caliente esta porción de la masa, que la cortaba con el ohashi, y así fueran del mismo tamaño, y les iba dando vueltas mientras se doraban. Esta escena se repetía mucho en casa, en un tiempo a diario, el sata andagi se convirtió en una forma de salir de una mala situación económica.

Mis padres tenían una bodega durante años en Barrios Altos (un barrio en una zona popular de Lima), era típico entre los nikkei este tipo de negocio, donde se vendían abarrotes, comestibles, artículos de aseo, regalos y era hasta bar. Popularmente mi papá era “el chino de la esquina”. El peruano, como la mayoría, no sabe distinguir entre chino y japonés.

El barrio era peligroso y más porque se vendía licor, por lo que mi papá decidió incursionar en otro tipo de negocio, en la venta de ropa en otro lugar. Como todo comienzo es difícil y las cosas no salen tan bien como lo planeado, sufrimos de problemas económicos y mi mamá decidió seguir con la bodega, pero sin vender licores, a pesar de que en esa época mi mamá no estaba muy bien de salud, de manera que se las ingenia en vender algunos dulces peruanos.

Por su salud solo atendía de 6 de la tarde hasta las 10 de la noche que regresaba mi papá, pero faltaba algo que llame a la gente, es como se pone a hacer los sata andagi, que a la gente al probarlo les gustó y la esperaban que abriera, sabían que a esa hora salían calientitos y crocantes, esa gente trajo a otros y a pesar de que nosotros estábamos lejos de centro de Lima, venían buscando: “¿Usted es la que vende las bombitas japonesas?”, “las bolitas fritas”.

Durante unos cuantos años fue una ayuda para la economía de nuestro hogar, los sata andagi los veía todos los días hasta llegar al punto que yo no los quería ver, ya no los quería comer, pero los sata andagi se volvieron muy popular entre la familia y algunos conocidos, que al probarlos sabían que los había hecho mi mamá, cuando los comían en alguna reunión y siempre los buscaban.

Mi mamá

Mamá había logrado obtener un sata andagisuave por dentro y no seco, pero crocante por fuera, no era ni muy chico ni muy grande y tampoco era grasoso, ella decía a su manera: “no chupa aceite”. Ella tenía una receta base, pero la experiencia que había logrado era que, de acuerdo a la textura de la masa, iba agregando ingredientes, decía: a veces la harina no viene igual, varía según la marca, los huevos no todos son del mismo tamaño, ella le agregaba jugo de naranja y su ralladura, mi mamá lo dejaba en la refrigeradora un día antes de freírlos; una vez vi a un chef japonés que decía que la temperatura del aceite debe ser muy alta y que para lograrlo deben bajar la temperatura de la masa porque si no el aceite a muy altas temperaturas se descompone, pero hace que se logre la textura crocante por afuera y suave por dentro. Mi madre lo había logrado con la experiencia que había obtenido.

Ahora que mi mamá ya no está, donde voy busco los sata andagi, en reuniones, cumpleaños siempre estoy detrás de ellos y hasta los venden en algunos lugares, no me importa que sean grandes o pequeños, que sean grasosos, que algunos le agregan maní, otros leche, todos me gustan, será porque en cada uno encuentro el recuerdo de mamá, pero “SATA ANDAGI, COMO EL DE MI MAMÁ NINGUNO”.

Un comentario sobre “SATA ANDAGI, COMO EL DE MI MAMÁ NINGUNO.

  1. Por los años 65 recuerdo a Oisan y Obazan Nishihara, a Rumi chan, Michaki, Masakichi, Masako en la cuadra 11 de Santa Rosa en Surquillo. Por los Nishihara conocimos y comimos varias veces kamabuko, tofú, un dulce de colores y el TEMPURA, que otros conocen como SATA ANDAGI. Desde el 2003 cada año espero el FRSTIVAL GASTRONOMICO de la SEMANA CULTURAL DEL JAPON y/o el MATSURI AELU ya que se presentan Stands y ahí lo compro para mi y compartir con mis hermanos. Antes de la pandemia una joven los vendía en el Mercado Cooperativo Ciudad de Dios en San Juan de Miraflores pero por pandemia, despareció.

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